FILOSOFÍA

 ¿QUÉ DICE LA ÉTICA Y LA MORAL ACERCA DE LAS DROGAS?

Actualmente en nuestra sociedad es muy frecuente observar a jóvenes consumir drogas y alcohol a muy temprana edad ya que la sociedad ha normalizado el hecho de que se experimente con el alcohol y las drogas durante la adolescencia. Desgraciadamente, con frecuencia los adolescentes no ven la relación entre sus acciones en el presente y las consecuencias que estas tendrán en un futuro, ellos pueden estar comprometidos en varias formas con el alcohol y las drogas legales o ilegales pues se sienten indestructibles al consumirlos. Por tratarse de un hecho humano, el consumo de drogas tiene junto a sus aspectos médicos, psicológicos, sociales, jurídicos, etc., una dimensión ética que se ubica en el dominio del ser; específicamente del ser del hombre. La ciencia moral busca la norma, el necesario deber ser, vinculado al ser de las cosas y del hombre. El hombre, dentro de su libertad tiene necesidad de ser fiel así mismo, a su naturaleza, a su origen y a su destino. Por ello ¿Qué opina la ética y moral sobre el consumo de drogas? Pues la ética plantea diversas incógnitas sobre el consumo de estas sustancias entendido como el uso de sustancias psicoactivas para conseguir efectos en el orden sensitivo, intelectivo y vivencial:

 ¿Es bueno para el ser humano alterar voluntariamente su capacidad de percibir, conocer, juzgar y decidir con el fin de lograr un placer específico con droga o a través de ella? ¿Es bueno ponerse en riesgo de adquirir la dependencia a una droga, de tal manera que no solo no se pueda vivir sin ella, sino que de algún modo se viva para ella? Con la alteración de la autoconciencia y la autodeterminación (dos capacidades esenciales del hombre), quien se droga renuncia por un lapso de tiempo (y esto no le resta significación) al núcleo mismo de su ser personal, desde donde cada uno desarrolla sus posibilidades originales, se toman las decisiones y se asumen las responsabilidades.

¿Una persona bajo el efecto de las drogas continúa siendo un sujeto consciente, libre y responsable, o en vez de la persona, lo que opera es una fuerza mecánica, ciega y tiránica: la droga? ¿Puede relativizarse esto de acuerdo con los tipos de drogas, de consumos, y las características individuales? Si el resultado del consumo de drogas es “dejar de ser persona”, ¿es humano hacerlo? ¿No constituye esto un mal moral?




Sabemos que algunas drogas aumentan la capacidad natural de percepción y de goce: mayor grado de emoción estética, penetración metafísica y vivencias místicas. Efectos difícilmente alcanzables mediante otro camino. ¿Esa mayor capacidad es duradera?; ¿permanece cuando se desvanecen los efectos de la droga? ¿No será que lo conseguido fue camuflar la impotencia del individuo tras la "omnipotencia" de origen químico? Lo que cree lograrse con la droga -percepción, vivencia, libertad, seguridad, apertura a los demás, etc.- en realidad no le pertenece a la persona, sino a una sustancia externa, y por tanto, no puede trasmitirse. Además, difícilmente se tiene interés en compartirlo, porque la traba´ es un goce egoísta y solitario. No se genera amistad, ni amor, ni fraternidad, ni solidaridad auténticos, basados en valores reales. ¿Una persona bajo el efecto de las drogas continúa siendo un sujeto consciente, libre y responsable, o en vez de la persona, lo que opera es una fuerza mecánica, ciega y tiránica: la droga? ¿Puede relativizarse esto de acuerdo con los tipos de drogas, de consumos, y las características individuales? Si el resultado del consumo de drogas es “dejar de ser persona”, ¿es humano hacerlo? ¿No constituye esto un mal moral? Esto nos permite identificar tres ideas clave:

 1. Si aceptamos que el ser humano es un ser libre, autónomo, es decir, que puede tomar decisiones sin intervención ajena, ¿hasta dónde le asiste el derecho a consumir drogas si la realización de los actos que desee, suele tener el límite de no afectar su propio ser ni a los demás?  

 2. El orden moral se enfoca en el mundo de la persona; por eso no se han mencionado los factores sociales -las presiones ambientales o las repercusiones en la familia o en la comunidad-, aunque es indudable su relevancia. La reflexión ética considera el valor, la dignidad y la grandeza de ese ser único y libre que es la persona, como el bien moralmente protegido.

 3. Desde ninguna de las orillas, de quienes luego de reflexionar, consideren que es ético el consumo de drogas, como de aquellos que no lo es, se estará exento de afrontar el debate y asumir responsabilidades en términos del autorreconocimiento, la autoestima, la autorregulación y la autonomía ya no solo en defensa del bienestar de los individuos sino de toda una sociedad, que quizás deba redefinir los pactos que la hacen posible desde una ética del cuidado de si mismo, de los otros y del entorno.






Bibliografía

Arturo.M. (5 de mayo de 2012). Otra parte. Obtenido de Otra parte: https://www.otraparte.org/wp-content/uploads/doc-sofos-20120505.pdf

Scielo. (18 de octubre de 2008). Obtenido de Scielo: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-34662008000400016

 

 

 

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